México – En Oaxaca, México la historia de amor entre el sacerdote Armando Barrón Peralta y Venildia Abigail López González, una migrante hondureña, culminó en matrimonio, dejando atrás la vida clerical de Barrón.
Tras 10 meses de relación, el sacerdote decidió colgar la sotana y dedicarse a vivir con su nueva esposa.
El padre José Alejandro Solalinde Guerra, conocido defensor de los derechos de los migrantes y director del albergue “Hermanos en el Camino” en Ciudad Ixtepec, no solo apoyó la decisión de su colega sino que también actuó como testigo en la boda.
La ceremonia fue legalizada por la oficial del registro civil Elizabeth Gurrion Matías, quien confirmó que se cumplieron todos los requisitos legales para la unión.
Le puede interesar: Recuperan cuerpo de joven olanchano que murió ahogado en lago de EE.UU.
Relación entre el sacerdote y la hondureña
Abigail, de 47 años, llegó a México desde Honduras con el objetivo de alcanzar el “sueño americano”. Sin embargo, el destino la llevó al albergue de migrantes en Oaxaca, donde conoció a Armando.
Lo que comenzó como una amistad se transformó en amor en tan solo dos meses, llevando a Barrón, de 67 años, a cuestionar su vocación religiosa.
En octubre de 2023, Armando decidió dar un giro radical a su vida, y le pidió a Abigail que fuera su novia, con la intención de renunciar a su cargo religioso.
Gracias a una reforma al Código del Derecho Canónico implementada por el Papa Benedicto XVI, los sacerdotes pueden abandonar su vocación con la autorización de su superior, lo que facilitó el proceso de Barrón para dejar los hábitos.
Después de superar dudas y miedos, la pareja formalizó su compromiso y se casó este lunes a mediodía en Oaxaca, donde su amor floreció.
La ceremonia fue sencilla, pero llena de significado, con la juez del Registro Civil animándolos a apoyarse mutuamente en su nueva vida juntos.
Armando, ahora de 68 años, y Abigail, de 48, celebraron su unión con un pequeño convivio en el albergue donde se conocieron.
Este evento destaca que ni las fronteras nacionales ni las barreras religiosas pueden vencer al amor verdadero.