Tegucigalpa, Honduras
En el seno del cristianismo, el Sábado Santo o de Gloria ocupa un lugar especial en el calendario litúrgico. Es un día marcado por la quietud y la expectación, que precede a la gran celebración de la Resurrección de Jesucristo en la Pascua. Este día conmemora el tiempo en que el cuerpo de Jesús yace en el sepulcro, entre su muerte en la cruz y su gloriosa resurrección al tercer día.
Para los creyentes, el Sábado de Gloria es una jornada de profunda reflexión sobre el significado del sacrificio de Cristo en la cruz. Es un momento para contemplar el misterio de la redención y para renovar la fe en la promesa de vida eterna que trae consigo la Resurrección. Es un día de silencio, en el que la comunidad cristiana se sumerge en la meditación sobre el sufrimiento de Jesús y en la anticipación jubilosa de su victoria sobre el pecado y la muerte.
El simbolismo del Sábado Santo es rico y significativo. Representa el descenso de Cristo a los abismos, según la tradición cristiana, donde proclama la Buena Nueva a los justos que lo precedieron. Es el día en que la luz de Cristo parece haberse extinguido, sumiendo al mundo en la oscuridad, pero es también el día en que esa misma luz comienza a resurgir, preparándose para iluminar la noche con la promesa de un nuevo amanecer.
En muchas iglesias, el Sábado Santo se conmemora con servicios especiales, como la Vigilia Pascual. Esta liturgia nocturna, que se celebra después del anochecer del Sábado Santo y antes del amanecer del Domingo de Pascua, es una ocasión para encender el fuego nuevo como símbolo de la luz de Cristo que vence las tinieblas del mundo. También se bendice y enciende el cirio pascual, que representa a Cristo resucitado como la luz del mundo.
El Sábado Santo nos invita a sumergirnos en el misterio del amor divino manifestado en la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Es un día para recordar que, incluso en los momentos más oscuros y desesperados, la esperanza no está perdida, porque la luz de la fe brilla en la promesa de la vida eterna en Cristo. Es un día para estar en comunión con la Iglesia universal, en la espera gozosa del momento en que el sepulcro estará vacío y la alegría de la Resurrección llenará nuestros corazones.
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