Dili – Este martes, el Papa Francisco celebró una emotiva misa en la explanada de Taci Tolu, en Dili, durante su segundo día de visita a Timor Oriental.
Con una participación de 600,000 fieles, que representa casi la mitad de los 1,3 millones de habitantes del país, el evento se convirtió en uno de los más multitudinarios del pontificado de Francisco en proporción con la población.
Las autoridades locales estimaron que alrededor de 600,000 personas se congregaron en la explanada y sus alrededores, convirtiendo la misa en un evento de gran magnitud.
Los habitantes de Dili y los timorenses de otras partes del país, así como peregrinos de Indonesia, Timor Occidental y Australia, se unieron para presenciar este importante momento.
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La misa también conmemoró la visita de San Juan Pablo II en 1989, cuando Timor Oriental aún luchaba por su independencia bajo la ocupación de Indonesia.
El ambiente festivo contrastó con el de hace 35 años, cuando se celebró una misa cargada de tensión por el contexto histórico.
En esa ocasión, los manifestantes desplegaron una pancarta independentista y fueron detenidos mientras vitoreaban al Papa y a la independencia.
Hoy, el lugar fue adornado con una marea de paraguas amarillos y blancos, los colores del Vaticano, para proteger a los fieles del calor intenso.
Recibimiento del Papa
El Papa fue recibido con danzas tradicionales y, debido a las altas temperaturas, recorrió la explanada en papamóvil solo después de la ceremonia.
En su homilía, pronunciada en español y traducida al tetum, Francisco destacó la alegría que trae el nacimiento de un niño y elogió la juventud de Timor Oriental.
“Es maravilloso lo que pasa cuando nace un bebé en este país joven, donde la vida se siente palpitar en cada rincón”, afirmó.
El Papa instó a la protección de los menores y a la humildad ante Dios y los demás, un mensaje que resuena especialmente en un país que ha enfrentado escándalos de abuso en el pasado.
Francisco concluyó su discurso haciendo un llamado a los fieles para que no teman hacerse pequeños ante Dios y los unos frente a los otros, y para dedicar tiempo a la acogida y el cuidado de los demás.