
Tegucigalpa. — El cardenal Óscar Andrés Rodríguez lanzó un fuerte llamado a la conciencia nacional este domingo. En su homilía dominical en la Basílica Menor de Suyapa, reprochó que la política en Honduras se haya convertido en una “maquinaria de insultos, campañas vacías y politiquería”.
Aseguró que los ciudadanos merecen algo mejor que discursos violentos, ataques en redes y debates que dividen más que unen.
“Ya llevamos bastante tiempo de una campaña política en la cual no hemos oído propuestas. Hemos oído ataques de unos a otros, hemos oído insultos de esas llamadas redes sociales, que no tienen nada de sociales porque no construyen la sociedad, sino que la destruyen”, denunció el religioso.
Corrupción, impunidad y un país cansado
Más allá de las ofensas verbales, el cardenal señaló otros males que corroen el país: el robo descarado por parte de funcionarios, la impunidad que alimenta la desconfianza ciudadana, y la indiferencia de las autoridades cuando el pueblo sufre carencias elementales.
“Roban hasta públicamente y no pasa nada”, dijo, criticando que quienes se benefician del dinero ajeno incluso presumían de sus riquezas obtenidas con prácticas corruptas.
También lamentó que, mientras tanto, hospitales no tienen medicinas, escuelas están deterioradas y la gente siente que se le vende una imagen falsa de progreso.
“No hay medicinas, no hay hospitales… y todavía nos quieren vender la idea de que vamos bien”, declaró, dejando claro que para muchos lo que se observa en el poder dista mucho de la realidad vivida día a día.
Adicciones de la política y un llamado al valor
El cardenal dijo que Honduras está atrapada en la “politiquería”, esa adicción colectiva por el poder, por el insulto, por escarmentar al otro, por dramatizar los conflictos. Aconsejó abandonar ese estilo corrosivo que solo genera “frustración, mediocridad, odio, resentimientos”.
Pidió que las campañas sean distintas. Que quienes se postulan al servicio público presenten propuestas concretas, limpias, creíbles, en lugar de repetir viejos esquemas de confrontación. Que la política deje de ser espectáculo para pasar a ser servicio.
¿y la ciudadanía, qué hace?
El cardenal también invitó a la sociedad a no resignarse ni acostumbrarse al ruido de la politiquería. A despertar, exigir, discernir. A no caer en la trampa de creer que los únicos espacios de participación son las redes sociales o los escándalos públicos, sino también los valores personales: honestidad, respeto, compasión.
En sus palabras quedó el reto: construir una Honduras en la que la política no sea una guerra de palabras, sino una opción de vida. Ese cambio, dijo, empieza con cada persona, cada comunidad, y con cada voto que se exija seriedad, coherencia y valores.