El banco Credit Suisse vivió este miércoles su día más negro y sufrió el mayor castigo bursátil en 167 años de historia, arrastrado por una desconfianza generalizada en el sector bancario tras la quiebra de tres establecimientos en Estados Unidos, situación que le ha encontrado debilitado por sus pésimos resultados y varios escándalos.
Los analistas financieros en Suiza consideran, sin embargo, que la atmósfera de pánico que dominó hoy -con repercusiones globales y particularmente en Europa- fue excesiva, ya que el segundo banco del país tiene características que lo diferencian fundamentalmente de los bancos regionales estadounidenses en bancarrota.
Pese a ello, el banco vivió una pesadilla en la Bolsa de Valores de Zúrich, donde cotiza, y sus acciones llegaron a perder el 30 % de su valor para luego subir ligeramente y cerrar con un caída del 24 %, lo que ha situado el precio del título en 1.7 francos suizos (1.74 euros), cuando jamás habían estado por debajo de los 2 francos.
En el contexto de la crisis financiera de 2008, el banco fue clasificado «de importancia sistémica» («too big to fail») para la economía suiza, lo que significó la imposición de una serie de regulaciones muy estrictas en materia de fondos propios y de nivel de liquidez, con los que está al día.
Al mismo tiempo, la legislación actual le garantiza sea una estabilización, el saneamiento o una liquidación ordenada en caso de dificultades extremas, una lección que se sacó de la crisis de 2008, cuando el Estado suizo y el Banco Nacional Suizo tuvieron que rescatar al banco UBS, el más importante del país por valor de mercado.
En Europa, las exigencias reglamentarias son en general mucho más elevadas que en EEUU, donde el Gobierno de Barack Obama las reforzó tras la debacle de su banca, pero luego volvieron a relajarse durante la presidencia de Donald Trump.
Debilitado por sus resultados decepcionantes y su incapacidad de recuperar la confianza perdida, Credit Suisse ha sido hasta ahora la principal víctima fuera de Estados Unidos del terremoto que ha supuesto para su sistema bancario el cierre de los tres bancos, entre ellos el de predilección de las pujantes y jóvenes empresas tecnológicas estadounidenses.
Para Credit Suisse, el peor golpe del día provino de su principal accionista, el Banco Nacional Saudí, que tras señalar que estaba satisfecho por las medidas del banco para resanar sus cuentas y retomar el rumbo del crecimiento, aclaró que no está dispuesto a aumentar su inversión actual en la entidad financiera suiza, que es del 9.88 % de su accionariado.
El presidente de la entidad inversora dijo a Bloomberg que ésta no está dispuesta a entrar en un nuevo sistema de regulación (tanto de ámbito suizo, de la Unión Europea y de la propia Arabia Saudí) que se activaría si superara el 10 % de participación. Este comentario hundió de inmediato las acciones del banco.
La semana de la entidad suiza había empezado con la caída de su cotización nada más conocerse lo que ocurría en EEUU y el martes no le fue mejor, tras la publicación de su informe anual, en el que se admitía que se había detectado «fragilidad» en sus controles internos.
Hoy la bajada a los infiernos continuó para el banco, atacado en el mercado por la pérdida de confianza, el valor más preciado para una entidad financiera de esta naturaleza. EFE