
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a acaparar titulares al calificar el conflicto en Gaza como la “octava guerra” que él logró resolver, y dejó claro que su próximo foco será el conflicto en Ucrania. En su más reciente discurso, reconoció que su gestión ha intervenido en múltiples crisis internacionales y se posicionó como artífice de pactos de paz globales.
Trump aseguró que el plan para Gaza forma parte de una estrategia mayor: “Gaza es la octava guerra que resuelvo, y la próxima será la de Ucrania”, declaró con confianza ante diversos medios. La afirmación recalca su narrativa de mando y liderazgo frente a crisis internacionales.
Su estrategia para Gaza involucra un plan de 20 puntos, con objetivos como alto el fuego inmediato, liberación de rehenes israelíes y palestinos, desarme parcial de Hamás y la instauración de un gobierno de transición supervisado por terceros. Este acuerdo ya fue aceptado en cierta medida por Israel y Hamás, lo que consolidó el marco para su implementación.
El señalamiento hacia Ucrania no es fortuito. Trump ha indicado que su visión diplomática internacional no se limita al Medio Oriente, y anticipó que el conflicto europeo será su próxima gran tarea. Medios especializados destacan que su postura combina interés geopolítico e intención de proyectarse como mediador global en múltiples frentes.
No obstante, críticos cuestionan que varios de sus planes sean demasiado ambiciosos o poco realistas, especialmente porque los acuerdos de paz suelen depender de factores complejos en terreno que trascienden la voluntad política individual. Además, actores internacionales consideran que su enfoque puede generar tensiones diplomáticas en contextos ya inestables.
Mientras tanto, la propuesta para Gaza sigue en vigencia, con etapas iniciales ya ejecutándose. El mundo observa ahora si la promesa de Trump de resolver conflictos será corroborada con resultados concretos, y si Ucrania efectivamente se convertirá en su próximo escenario diplomático.