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‘Lo perdí todo’: conmovedor relato de hondureña afectada por inundación en España

España – Con el corazón destrozado, Cinthya Torres, una hondureña que reside en Alfafar, Valencia, comparte su desgarradora experiencia tras ser arrastrada por las aguas del reciente temporal que ha asolado la región.

“El agua entró con tal fuerza que la puerta se derrumbó y todo se inundó. Si nos quedábamos, nos ahogábamos, así que logramos salir y subir al piso de arriba, a casa de los vecinos”, relata Cinthya en una conversación telefónica con Efe.

Alfafar se ha convertido en una de las “zonas cero” de las inundaciones que han causado más de 200 muertes, incluidos un matrimonio británico y ciudadanos de Venezuela y Colombia.

Cinthya, que vive en el domicilio de una anciana a la que cuida junto a su amiga y el hijo de la señora, se ha visto obligada a abandonar su hogar y ahora se encuentra refugiada en casas de familiares, ya que su piso permanece inhabitable.

Preocupada por sus seres queridos en Honduras, donde viven sus dos hijos, su madre y sus hermanos, Cinthya intentó comunicarse con ellos antes de que las inundaciones cortaran las líneas.

“A mitad de la conversación, se cortó. Estuvieron dos días sin saber nada de mí”, explica. La angustia de su familia aumentó cuando intentaron contactarla a través de amigos en España, pero el acceso a su vivienda estaba bloqueado.

“No me atrevía a salir de casa ni a recuperar mis cosas porque era muy peligroso. Así que lo he perdido todo”, dice con tristeza. Entre sus pertenencias más preciadas, lamenta especialmente haber perdido 600 euros destinados a su familia en Honduras, así como fotografías y su pasaporte.

Además, Cinthya se enfrenta a un futuro incierto, ya que no tiene un lugar donde vivir y ha perdido toda su ropa y enseres.

Norma, la boliviana que se salvó por poco

Norma, una boliviana de 67 años que reside en Valencia, tuvo más suerte. A pesar de haber enfrentado los efectos devastadores de la COVID-19, el día del temporal había cancelado una cita de trabajo que, de haberse llevado a cabo, podría haberla puesto en peligro.

Desde su apartamento en la tercera planta de un edificio en Catarroja, vio cómo las aguas arrastraban coches, muebles y personas. “Estuve tres días sin agua, sin luz y casi sin comida”, recuerda.

Ahora, Norma enfrenta dificultades para salir a la calle, ya que debe cuidar de su marido. Se ha estado apoyando en una escuela local donde los voluntarios distribuyen víveres. “Pienso en aquellos que lo han perdido todo. Me sube la tensión, lloro. Necesito un psicólogo”, confiesa.

Claudia y el “síndrome del superviviente”

Claudia Méndez, quien emigró de Colombia hace dos décadas a Valencia, ha vivido de cerca la devastación en las comunidades afectadas por las inundaciones.

“Estoy flipando”, dice sorprendida. “Hubo lluvias intensas desde el sábado, y se podían haber tomado medidas”.

Aunque Claudia y su familia están a salvo, sus amigos han sufrido pérdidas devastadoras. “Me indigna que la ayuda esté llegando tan tarde. Hay culpa en todos lados”, agrega.

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También se siente abrumada por el “síndrome del superviviente”, cuestionándose por qué algunos están bien mientras otros han perdido la vida.

Este sentimiento ha alimentado una ola de solidaridad, con miles de voluntarios que se han movilizado para ayudar en las zonas afectadas.

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