El izquierdista Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva, al 99% del escrutinio, se hizo con el 50,8% de los votos y venció a su contrincante, el ultraderechista Jair Bolsonaro, que será el primer presidente en no ser reelegido. El estrecho resultado es la última demostración de un Brasil ultraporalizado. ‘Lula’ llegará el 1 de enero al Palacio de Planalto por tercera vez, después de haber ganado los comicios de 2002 y 2006.
Las puertas del Palacio del Planalto se abrirán, de nuevo, para darle paso al izquierdista Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva. El candidato del Partido de los Trabajadores (PT) venció en la vuelta definitiva de las elecciones presidenciales al ultraderechista Jair Bolsonaro, llevándose 50,8% de los votos con el 99% de los sufragios escrutados. Su contendor, el actual mandatario, se quedó con 49,1% de los sufragios, en una demostración más de la polarización extrema que vive el país.
Se trató de la séptima campaña presidencial del exsindicalista, cargada de acusaciones cruzadas y noticias falsas. A sus 77 años, ‘Lula’ consiguió hacerse con el favor de una mayoría exigua de los más de 117 millones de votos válidos que se emitieron este domingo.
Lo preveían las encuestas. Las últimas predicciones lo daban como ganador con un corto margen, pero ninguna acertó en que la diferencia sería poco más de un punto porcentual. Solo 2 millones de votos impidieron que Bolsonaro obtuviera un segundo mandato presidencial.
El ultraderechista comenzó liderando el conteo, después de haber sido escrutadas cerca del 68% de las mesas, el izquierdista pasó a liderar los resultados, una tendencia que se mantuvo hasta el final.
El de este domingo es un nuevo hito en la larga carrera política de ‘Lula’. Una que comenzó tras un activo y reconocido recorrido como líder sindical, que abandonó para formar el Partido de los Trabajadores, uniendo a otros movimientos sociales e intelectuales.
El izquierdista llegó por primera vez a la Presidencia en 2002 tras perder en tres ocasiones en 1998, 1994 y 1990. Y tuvo un segundo mandato tras volver a ganar en 2006, uno que terminó cuatro años después con un índice de aprobación de cerca del 80%.
Ahora, sin embargo, recibe un país dividido. Y tendrá que volver a ganar la confianza de muchos brasileños, la cual se diluyó debido a las acusaciones de corrupción que lo llevaron a la cárcel en 2017, eliminando su candidatura un año después. A pesar de que estas acusaciones fueron invalidadas en 2021, todavía pesan en la imagen del ahora presidente electo.
Con estos resultados, Brasil dio un giro de la ultraderecha a la izquierda, un país más de la región que se inclina hacia dicho espectro político después de que lo hicieran Chile y Colombia.
Un triunfo después de una jornada electoral movida
Más de 156 millones de brasileños estuvieron habilitados para votar este domingo en una jornada que estuvo marcada por las acusaciones contra la Policía de Carreteras del país. Según denunció el PT y señaló Human Rights Watch, se habrían hecho operativos en el noreste del territorio brasileño que entorpecieron la circulación de los votantes.
Un tiempo después, el director de dicha sección de la Policía, Silvinei Vasques, informó al Tribunal Superior Electoral (TSE) que suspendieron ese tipo de operativos.
Ante la predicción de una corta distancia entre los dos candidatos, el TSE diseñó un plan de seguridad que buscaba proteger a su personal y edificios en caso de protestas que se pudieran tornarse violentas.
Después de votar en Sao Paulo en las horas de las mañana, el izquierdista había afirmado: “Hoy es posiblemente el 30 de octubre más importante de mi vida y pienso que es un día muy importante para el pueblo brasileño, porque hoy el pueblo está definiendo el modelo de Brasil que desea, el modelo de vida que quiere”.
En dicha ciudad, la más poblada del país y motor económico, también se sintió la división en el electorado. Los simpatizantes de ‘Lula’ celebran el triunfo de su candidato con banderas rojas, cánticos y con su mano en forma de ‘L’, uno de los signos de su campaña electoral.
“Democracia”, Lula celebra los resultados
Su mano sobre la bandera brasileña y un corto mensaje: “Democracia”. Así fue la primera reacción de Lula al conocer su triunfo en las elecciones presidenciales.
El escueto y preciso mensaje hace eco a sus llamados durante la campaña a respetar los resultados. Una de sus banderas de las que también resaltaron la promesa de “reconstruir” el país depués del mandato de Bolsonaro, acabar con el hambre y volver a priorizar a los más pobres.
Por el lado bolsonarista algunos ya reaccionaron. El presidente de la Cámara de Diputados de Brasil, Arthur Lira, aliado del presidente, reconoció la victoria de Lula.
“Al presidente electo, la Cámara de Diputados le felicita”, aseguró. Y añadió: “Brasil dio otra demostración de la vitalidad de su democracia, de la fuerza de sus instituciones y su pueblo”.
Lula se posesionará el primero de enero y tendrá un mandato de cuatro años, el político ha asegurado que no optará por lanzarse a la reelección en 2026.
Las grietas en la euforia lulista: la derrota en las gobernaciones
Los brasileños no solo eligieron a su presidente, también escogieron a 12 gobernadores. Sao Paulo, con una población de alrededor 20 millones de personas, pasó a manos bolsonaristas. Con más de 10 puntos de diferencia, Tarcísio Gomes de Freitas, del partido Republicanos se impuso frente al candidato del PT, Fernando Haddad. Una derrota importante para el presidente electo.
Una situación similar se dio en Santa Catarina donde Jorginho Mello, del partido de Bolsonaro, ganó ampliamente con más del 70% de los votos. Se enfrentaba al candidato del partido de Lula, Décio Lima.
Las bancadas del presidente se hicieron con algunos estados como en Bahía, un estado de alrededor de 15 millones de habitantes, donde Jerónimo Rodrígues del PT ganó la elección frente a Acm Neto.
En Río Grande del Sur, el actual gobernador, Eduardo Leite, renovó su mandato por cuatro años. El candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña se impuso con un 57% de los votos frente al bolsonarista Onyx Lorenzoni.