El edificio, una mole gris retocada con un par de torretas de estética medieval, es como un enorme palacio construido con bloques de Lego. Situado en uno de los cerros que rodean el pequeño pueblo de El Paraíso, en Copán, cerca de la frontera con Guatemala en el occidente de Honduras, el palacete es hoy uno de los testigos mudos del poder que alguna vez tuvo en este lugar Alexander Ardón, alcalde entre 2006 y 2014, y uno de los hombres que fue aliado del ex presidente Juan Orlando Hernández en la construcción de su operación de narcotráfico.
Ardón es uno de cuatro testigos que el gobierno de los Estados Unidos utilizará durante el juicio a Hernández, programado para el 18 de septiembre de este año en una corte de Nueva York, según un documento judicial introducido en el distrito sur de la ciudad el 22 de marzo pasado del que Infobae tiene copia.
En el documento, el fiscal Damian Williams pide al juez del caso, Kevin Castel, que se juzgue en un solo proceso al ex presidente y a Juan Carlos Bonilla Valladares, alias El Tigre y ex director de la policía hondureña durante el gobierno de Hernández, a quien Estados Unidos también acusa por delitos de narcotráfico.
Otro de los testigos es Devis Leonel Rivera Maradiaga, jefe de la banda de narcotraficantes Los Cachiros y también preso en Estados Unidos. Los otros dos, de acuerdo con dos oficiales hondureños que colaboran con la justicia estadounidense desde mediados de la década pasada en investigaciones relacionadas a Hernández y otros narcotraficantes, son otro capo llamado Víctor Hugo Díaz Morales, alias El Rojo, y Hugo Ardón, primo del ex alcalde Alexander Ardón, también conocido como Chande.
Lo que Chande Ardón tiene que contar sobre Juan Orlando Hernández puede ser particularmente dañino para la causa del presidente, según dijo uno de los oficiales consultados, quien es un militar que trabajó en contrainteligencia policial en el occidente hondureño durante la década pasada y fue uno de los primeros en descubrir las relaciones entre los narcos de la zona y la operación política del entonces presidente.
Cuando Ardón era el dueño y señor de los caminos que se abren desde El Paraíso hacia las montañas del Parque Nacional Cerro Azul al noreste y de ahí hacia los departamentos de Zacapa e Izabal en Guatemala, el alcalde se convirtió en una especia de leyenda local.
El pueblo era, en boca de los investigadores hondureños que seguían la pista al alcalde Ardón, una minicapital del narco, una colección barroca de edificios remodelados y lujos extravagantes construidos por el alcalde.
Ardón construyó en aquella época el palacete gris, dice un investigador hondureño que trabajó con autoridades estadounidenses en la persecución del político narco, para “desde ahí mantener el control de todo el pueblo, desde la entrada”.
El alcalde, a quien en Copán se le sigue llamando “Chande”, también intentó hacer, en el edificio de la alcaldía municipal, una réplica de la Casa Blanca de Washington. Y, en efecto, mandó a construir una fachada neoclásica al edifico, además de un helipuerto en la azotea. Instaló, también, un costoso equipo de videovigilancia desde el que controlaba toda la plaza central del pueblo y los alrededores.
Cuando quería hablar con algún forastero lo mandaba a traer en carro o en helicóptero para despachar los asuntos pendientes en la alcaldía. Un periodista local, quien habló con Infobae desde el anonimato por seguridad, explica los métodos de Chande Ardón.