El martes 14 de mayo, el Sol lanzó su mayor llamarada solar en siete años y la más potente del actual ciclo solar de 11 años. Este evento culmina un periodo extremadamente activo para nuestra estrella más cercana.
La erupción ocurrió en el flanco occidental del Sol, una región que se está alejando de la Tierra, lo que significa que no se espera que ninguna actividad resultante de esta región golpee nuestro planeta. La llamarada se produjo alrededor de la 1 de la tarde, hora del Este, y fue clasificada como una llamarada de clase X, específicamente una X8.7, colocándola en el extremo más potente del espectro de clase X, que va de 1 a 9.
Las erupciones solares son grandes explosiones en la superficie del Sol que envían energía, luz y partículas de alta velocidad al espacio. Según la NASA, estas explosiones ocurren cuando los complejos campos magnéticos del Sol se reorganizan repentinamente.
Los destellos de luz de estas erupciones tardan aproximadamente ocho minutos en llegar a la Tierra y pueden afectar a las señales de radio que viajan a través de nuestra atmósfera superior.
Este evento se produjo pocos días después de que el Sol generara la tormenta geomagnética más intensa en al menos 20 años, la cual provocó un espectáculo inusualmente vibrante de auroras boreales y australes el viernes por la noche.
Aunque las llamaradas solares no son las mismas que las eyecciones de masa coronal (las cuales pueden causar auroras vistas desde la Tierra), a menudo se asocian con ellas.
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) indicó que, si la llamarada del martes produce una eyección de masa coronal, “probablemente NO tendrá ningún impacto geomagnético en la Tierra”.
La erupción solar provino de un grupo muy grande y complejo de manchas solares, donde el campo magnético del Sol es más fuerte. Este grupo de manchas solares, que tiene un tamaño 17 veces el diámetro de la Tierra, también fue responsable de la reciente tormenta geomagnética que azotó nuestro planeta el pasado fin de semana.
