Ciudad Juárez, México
A pesar de los esfuerzos y las promesas de reducción de la migración por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador, los migrantes continúan abarrotando las calles de Ciudad Juárez, en la frontera norte de México.
Esta situación persiste incluso después de la reunión del miércoles pasado con una delegación de Estados Unidos.
En las últimas dos semanas, se han observado grupos constantes de decenas de migrantes que, en todo momento, caminan con niños en los hombros o de la mano hacia la puerta 36 del muro fronterizo entre Ciudad Juárez y El Paso, Texas.
Este lugar ha sido casi todo el año el epicentro de la migración entre México y EE. UU.
Dariel Sánchez, un venezolano entrevistado junto al río Bravo, compartió sus experiencias: “Es complicado porque no nos dejan pasar, y uno sufre bastantes cosas en el camino”.
Sánchez estuvo varado con casi un millar de migrantes en Ceballos, una población en el límite entre los estados norteños de Durango y Chihuahua, durante más de cinco días.
“Vienen caravanas de Tapachula, Chiapas, de Ciudad de México agarran otro rumbo, o sea, que hay bastantes migrantes”, agregó.
Explicó que agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) los detuvieron en el trayecto por México y los bajaron del tren en pleno desierto, con temperaturas cercanas a los cero grados, sin considerar que viajaban con niños.
“Nos tocó dormir en la calle, en el hielo. No sé por qué no nos dejan pasar si no venimos haciendo daño ni nada, solo queremos pasar para pedir algún permiso o un asilo”, lamentó Dariel.
