San Diego, Estados Unidos
Centenares de solicitantes de asilo quedaron a la deriva en la frontera de California y México, después de ser liberados por las autoridades de inmigración de Estados Unidos. El único refugio que brindaba orientación cerró sus puertas debido a la falta de recursos.
Un activista episcopal de San Diego se convirtió en el único voluntario que ofrecía orientación a los migrantes que llegaban en autobuses de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) cada 15 minutos en una estación de transporte público.
El Centro de Bienvenida de San Diego, que agotó sus 6 millones de dólares en fondos federales para albergar temporalmente a migrantes, cerró el jueves pasado. Ahora, aquellos que no encuentran albergue quedan en las calles.
Robert Vivar, de la Iglesia Episcopal de San Diego, estima que la CBP libera a unos 500 inmigrantes diariamente en la frontera sur de California. La agencia federal alega falta de infraestructura y recursos humanos para procesar a las decenas de miles de personas que buscan asilo desde que finalizó el Título 42 en mayo pasado, levantando la restricción impuesta por la pandemia durante tres años.
La iglesia episcopal proporciona autobuses que llevan a los migrantes desde la estación de transporte colectivo cerca de la frontera hasta el aeropuerto de San Diego, ya que la mayoría se dirige a diferentes lugares de Estados Unidos.
Oscar, un joven colombiano liberado este lunes, relató que salió de Bogotá el 17 de febrero, voló a Ciudad de México y luego a Tijuana, donde cruzó la frontera hace tres días. Aunque tiene suerte al reunirse con familiares en San José, muchos otros carecen de medios para desplazarse o no tienen un destino definido.
Aproximadamente la mitad de los liberados hablan idiomas distintos al inglés y al español, complicando la tarea de orientación para Vivar. Ninguno de los liberados es de nacionalidad mexicana.
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