
Esta fecha conmemora la traición de Judas y abre el camino hacia la crucifixión de Cristo
Redacción – Este Miércoles Santo, miles de fieles cristianos en todo el mundo conmemoran un momento crucial en la historia del cristianismo: la traición de Judas Iscariote, quien, según el Evangelio de San Mateo, pactó con el Sanedrín la entrega de Jesús de Nazaret a cambio de 30 monedas de plata.
Este día marca oficialmente el fin del período de Cuaresma y el inicio del Triduo Pascual, el tiempo litúrgico más importante para los católicos.
Según los textos bíblicos, fue en este día cuando Judas se reunió con el Sanedrín, el tribunal religioso judío compuesto por 23 jueces representantes de las antiguas ciudades israelitas, para acordar los términos que llevarían al arresto y posterior crucifixión de Jesús.
Esta traición selló el destino del Nazareno, quien desde ese momento pasó a estar bajo custodia de los romanos y fue sometido a castigos físicos hasta su ejecución en la cruz.
Significado religioso y tradición
Aunque en sus inicios el Miércoles Santo era considerado por la Iglesia como el punto de partida del ayuno cuaresmal, con el paso del tiempo esta tradición fue adaptándose y actualmente el ayuno obligatorio se limita al Viernes Santo, día que recuerda la pasión y muerte de Jesús.
Aun así, esta jornada conserva una profunda carga espiritual, ya que representa el inicio del sufrimiento de Cristo.
Para muchos creyentes, es un día de reflexión, recogimiento y oración, en preparación para los días más solemnes de la Semana Santa: Jueves Santo, Viernes Santo y Domingo de Resurrección.
Representaciones y rituales
En muchas comunidades, especialmente en América Latina y Europa, el Miércoles Santo es celebrado con procesiones religiosas que recrean la escena de la traición de Judas y la captura de Jesús.
Las imágenes religiosas recorren las calles al ritmo de marchas fúnebres, y los fieles acompañan el recorrido en señal de duelo y penitencia.
Con esta conmemoración, los fieles se adentran en la recta final de la Semana Mayor, una de las más intensas y significativas del calendario cristiano. Es el inicio del camino que conduce a la cruz, pero también a la esperanza de la resurrección.